FUERA DE PLANES
Noelia Barchuk ©
Sin
saber cómo, cuándo o dónde, comenzó a extrañarla.
Raramente,
entendió muy a pesar suyo, le hacía falta.
¡Casi
no podía creerlo! Una sensación de nostalgia iba adentrándose en su ser, sin
pedir permiso, como aquel maravilloso aroma de cacao, inundando la cocina de la
abuela, preludio de agasajos o cumpleaños.
Esto,
claro nada tenía de maravilla, era más bien, una pesadilla.
Pensar
que había llegado a aborrecerla, por no decir a odiarla.
Le
envidiaba la dicha de su suerte… Y ahora, que había alcanzado a arrebatarle esa
misma suerte, los días monótona y lentamente iban desgranándose en desdicha.
Sacudió
la cabeza para espantar los pensamientos nefastos. Pudo a medias.
Repicaban
como incesantes campanas el puñadito de rabia que le echó en la cara al decirle
“realmente me hacés un gran favor ¡pobre infeliz!”
En
aquel momento las interpretó como cualquiera lo hubiera hecho, todo se resumía
en la palabra despecho.
Ahora,
ahora comprendía que todo funcionaba mejor con ella. Las frases de amor se
habían hecho humo.
Las
quiso recuperar al extender el mantel de plástico sobre la mesa. Lo miró sin
reconocerlo. Absorto ante la tele no la oyó llamándolo a comer. Le sobraban por
los cuatro lados el mal humor, la desidia, el desinterés y el celular, que
nunca dejaba de sonar.
Deseó
tanto embalarlo en encomienda y devolvérselo a su ex mujer.
O
mejor, a su madre.
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